El domingo pasado se celebraron las elecciones burguesas en dos comunidades autónomas del Estado: en el País Vasco y en Galicia. Y así, como resumen general, no ha habido grandes sorpresas. En el País Vasco los resultados apenas han variado, y en Galicia aún menos.
Los resultados en Galicia han sido, sin embargo, los que más polvo han levantado. Mayoría absoluta del Partido Popular. Después de años de escándalos de corrupción, han vuelto a sacar mayoría absoluta.
Esto, hasta cierto punto, era previsible. Vale, es frustrante que la gente siga votando en masa a una trama de corrupción demostrada y varias veces condenada, pero no vamos a sorprendernos ahora de que los resultados sean estos, ¿no? Que no hemos nacido ayer. Por favor, pero si hace tres meses tuvimos elecciones estatales y el PP subió en votos en lugar de bajar.
De lo que vengo a quejarme no es de que el Partido Popular haya sacado mayoría absoluta, sino de la reacción posterior de la supuesta izquierda, que corrió en masa a insultar a las masas trabajadoras gallegas con los más lindos adjetivos. Que si estómagos agradecidos, que si ignorantes y calificativos peores. Leyéndolos, poco menos que parece que Galicia es un pozo oscuro donde al trabajador le gusta que lo maltraten, lo exploten y se rían de él.
Que esto lo haga la izquierda burguesa progre, mira, pues tampoco me extraña. Al fin y al cabo llevan décadas con ese elitismo intelectual que desprecia al que no se adhiere a sus dogmas equidistantes donde no hay ni burguesía, ni proletariado, ni nada de eso, y todos seremos felices siguiendo a Keynes y apoyando a la pequeña burguesía los emprendedores sin soviets ni esas cosas totalitarias.
Lo que no me parece correcto es que esto lo haga gente que se autodenomina comunista o incluso marxista. ¿Es que de repente vamos a ignorar todos los condicionantes que existen en la sociedad? ¿Todos los factores externos que influyen en la situación real de la clase trabajadora gallega?
Esta visión, disculpad que os diga, es antidialéctica (y por tanto antimarxista). No puede analizarse correctamente la clase trabajadora gallega si se ignora el continuo bombardeo mediático con ideas burguesas y conservadoras, las relaciones de poder en el entorno rural (y el urbano, muchas veces), y... lo más importante, la ausencia de un discurso alternativo que consiga convencer o al menos llegar (y si no la ausencia, al menos su poca fuerza).
Que la ideología burguesa está por todos lados es un hecho. Que puedes encontrar ideologías alternativas, también lo es. Pero a quien no le han llegado o no lo han convencido, no podemos culparlo. La posición de “la información está al alcance de todos”, para culpar al que no la busca, es tremendamente liberal e individualista. No conocemos las circunstancias de todas estas personas que siguen apoyando con su voto a lo más corrupto y reaccionario de los partidos burgueses. Estas personas se encuentran en una situación de alienación, y culparlas por ello es injusto y contrarrevolucionario.
Despreciar a las masas por su alienación no solo es una falta de respeto, sino una tremenda incoherencia para un marxista. No aspiramos a decidir lo que es mejor para las masas sin tenerlas en cuenta, sino a que ellas mismas sean conscientes de sus intereses objetivos. No es nuestra meta romperle las cadenas a nadie, sino que cada uno sea capaz de romper sus cadenas, y que lo hagamos todos a la vez. Y por esto, no nos podemos mantener al margen ante la alienación. La labor de un marxista es hacer didáctica. Es abrir los ojos a la clase trabajadora, es difundir la formación y las ideas que liberarán a nuestra clase de sus cadenas.
En fin, que la clase trabajadora gallega serán, en una alta proporción, esclavos que votan a los amos, ciertamente. Pero no somos nadie para juzgarlos por eso. Nuestra labor es hacerlos ver que entre todos nos libraremos de ellos. Al fin y al cabo, nosotros también somos esclavos, votemos a quien votemos. Somos esclavos del trabajo asalariado. Y solo llegaremos a algo si nos unimos todos, los que los votan a ellos y los que no lo hacemos, porque hacen tanta falta como la hacemos nosotros.
Pensar como individuos es un vicio burgués. ¿Es que no lo hemos aprendido ya?