Que la clase obrera ha perdido gran parte de su conciencia, de esa conciencia que nos permitió conseguir los pocos derechos laborales que tenemos, es un hecho que todos conocemos.
Sin embargo, esto se hace muy evidente, muy obvio, cada vez que estalla algún conflicto entre trabajadores y empresarios. Cada vez que los trabajadores de alguna empresa se ven obligados a recurrir a la huelga, tenemos que escuchar siempre lo mismo.
Recordemos un detalle, de vital importancia: nadie hace una huelga por gusto. Las huelgas no se hacen por diversión, no son un entretenimiento. Son la explosión de una situación laboral insostenible. Los días de huelga no se cobran y, en muchas empresas, el trabajador que hace huelga se enfrenta a represalias laborales o acoso.
Aun con esto, cada vez que nos enteramos de que algún colectivo está haciendo huelga siempre tenemos que oír al típico obrero alienado criticando a los huelguistas. Que si viven muy bien, que si son unos vagos, que si tienen muchos privilegios. Los oyes y parece que estás oyendo a un empresario, aunque el que habla sea un muerto de hambre.
Es una de las grandes victorias burguesas sobre los trabajadores: conseguir que asumamos su sistema de valores y que, antes de enterarnos y juzgar las causas de las malas condiciones laborales, criminalicemos y juzguemos a los trabajadores que las sufren y han decidido movilizarse para obtener mejoras.
Hacen huelga con lo bien que viven. Si viven bien o no, quienes tienen que decidirlo son ellos. Ellos son quienes tienen que ir cada día a trabajar, quienes saben con lo que se encuentran y el esfuerzo que les supone hacerlo. No, ni tú ni yo podemos juzgar si viven bien o no.
Hacen huelga porque son unos vagos. Como he dicho más arriba, nadie hace huelga por gusto. Nadie convoca una huelga porque así tiene un día de vacaciones. Precisamente porque la huelga no es para quedarse en casa descansando sino para protestar, para ir a concentraciones, a manifestaciones. E incluso aunque te quedaras en casa, es un día menos de salario que vas a cobrar a fin de mes, un día menos de paga extra, un día menos de cotización. Poca, muy poca gente pasaría por todo eso solo por vagancia.
Hacen huelga porque se lo pueden permitir. Uno de los grandes males de la clase trabajadora: ver que alguien hace huelga y asumir que lo hace porque le sobra el dinero. La gran mayoría de las veces es al contrario: aquel al que le sobra el dinero no suele ver problema en que le empeoren las condiciones laborales. Al contrario, el que decide hacer huelga no es porque le sobre, sino porque sabe que este sacrificio puede conllevar un bien mayor: unas mejores condiciones de trabajo.
Hacen huelga para no perder sus privilegios. El peor ataque de todos: el ver a los trabajadores como privilegiados. Los trabajadores son los creadores de la riqueza. Ningún capitalista podría ganar dinero, aumentar su capital, si no existieran trabajadores que trabajaran para él, es decir, a los que extraerles parte de su trabajo. Considerar que la parte esencial del proceso de producción tiene privilegios es, cuanto menos, clasista, por no decir directamente ofensivo. Un trabajador no tiene privilegios: tiene derechos adquiridos y consolidados mediante la lucha obrera y la negociación. ¿Te parecen privilegios porque tú tienes peores condiciones laborales? Quizá deberías plantearte si precisamente tienen esos privilegios porque se los han currado mediante movilizaciones y acciones colectivas. ¿O es que esperabas que te recompensaran por estar calladito y decir que sí a todo?
Recientemente hemos visto esto en la huelga de la empresa de basuras de Málaga, LIMASA. Dejando aparte la intoxicación de los medios (medios controlados por burgueses, al fin y al cabo), nos hemos encontrado en redes sociales con miles de trabajadores, de gente que no tiene donde caerse muerta, criticando a los trabajadores de LIMASA por su huelga. Esos mismos críticos en ningún momento se han parado a mirar los beneficios que FCC extrae de LIMASA, por ejemplo, ni las condiciones de los directivos. Han ido directamente a atacar y criticar a los trabajadores.
Como diría Alberto Garzón, ¿quién está pensando por ellos? Aunque ya todos sabemos la respuesta. Esta falta de conciencia de clase es la que tenemos que superar para conseguir empoderar al proletariado.
Aquí la única verdad es que los trabajadores de LIMASA, como todos los huelguistas, son unos valientes. Mujeres y hombres que se han hartado de tener unas condiciones penosas y precarias cuando son el elemento esencial de la empresa y de sus servicios. Y si te parece que sus condiciones no son penosas y precarias... permíteme decirte que los únicos que deben juzgar eso son ellos, no tú ni yo, ni cualquier otro observador.
La lucha de los trabajadores de LIMASA y la nuestra como clase trabajadora es la misma, y el único camino es la solidaridad obrera.
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