Con el mazo dando
En este pequeño espacio dejo mis reflexiones políticas desde una óptica marxista-leninista y soberanista andaluza.
miércoles, 1 de mayo de 2019
Lo que son (y lo que no son) tu comité de empresa y tu sindicato
sábado, 27 de abril de 2019
Cortes Generales 2019
1. Voy a votar. En la situación en la que estamos me parece lo correcto. También es verdad que he votado en todas las elecciones que se me han presentado. Lo lamento por los que os parece que así apoyo el sistema. Sinceramente, tal y como yo lo veo, retirarle el «apoyo» al sistema mediante la abstención o el voto nulo tampoco es que vaya a cambiar mucho, ¿o es que a alguien le ha importado cuando en las elecciones europeas ha habido una participación del 40%? Ni el gobierno se ha preocupado, ni ningún partido se ha posicionado en contra de la Unión Europea a raíz de eso (los antieuropeístas ya lo eran de antes).
No voy a criticaros a los que no vais a votar. Simplemente estimo que yo no me lo puedo permitir. No puedo arriesgarme a que un gobierno de derechas sume, llegue al poder y empiece a recortar derechos como ya han dicho que van a hacer. Y no solo por el tema sexual-LGTBI (que obviamente para mí es MUY importante) sino también, y de manera casi más importante, por los servicios públicos y el Estado del bienestar. No quiero que me sigan recortando en la cuantía del despido, ni en las prestaciones por desempleo, ni en la calidad del sistema sanitario… Vale que solo son parches a este erróneo e injusto sistema que llamamos capitalismo, pero a dios rogando y con el mazo dando.
No soy socialdemócrata, mis ideas son marxistas-leninistas y soy más partidario de la revolución que de la reforma, pero no estamos en una situación prerrevolucionaria (¿o es que veis a las masas enardecidas para tomar los medios de producción?) y para llegar a la revolución proletaria nos quedan años de trabajo. Pero oye, a estas alturas me importa cero que alguien piense que soy esto o lo otro.
2. Tampoco nos pasemos al otro extremo. «Hay que votar porque tus abuelos lucharon por ese derecho». No, señores. Yo voto porque me parece lo correcto en esta situación, no porque mis abuelos hayan luchado por nada. Que se lo reconozco y se lo agradezco, y por supuesto sin la lucha comunista contra el franquismo no tendríamos lo poco que tenemos ahora (sí, porque este sistema burgués de cartón piedra es bastante deficiente, pero estaríamos aún peor sin ellos). Pero no me vengáis con eso: nuestros abuelos también lucharon por el derecho a huelga, y muchos, muchísimos de ustedes, en cuanto viene una huelga defendéis «el derecho a trabajar», que eso sí es para que se os caiga la cara de vergüenza. Una huelga es muchísimo más efectiva que unas elecciones; si no, preguntadle a cualquier empresario. A las huelgas les temen, a las elecciones no (ya lo dijo Juan Roig, el dueño de Mercadona, hace unas semanas).
3. Voy a votar a una opción socialdemócrata, sí. Mi voto va a ser para Unidas Podemos. Con la nariz tapada, porque hay tantas cosas con las que no estoy de acuerdo. Pero barajando las funciones de las Cortes Generales y las posibilidades que se presentan, prefiero votar a lo menos malo que dárselo al PCOE (lo siento porque me parecen coherentes) o al PCPE (el circo que han montado me ha frustrado muchísimo). Además, seamos serios, por Sevilla no van a sacar ni un solo escaño, ni con mi voto ni sin él.
4. Estos días he leído de gente que va a votar al PSOE «porque gracias a él hay matrimonio homosexual». Sí, gracias a ellos tenemos también una constitución que prioriza el pago de la deuda frente a los servicios sociales. También estuvieron a punto de gobernar mediante un pacto con Ciudadanos que abarataba el despido. Venga ya.
5. Tengo conocidos que van a votar a la derecha. Ninguno es del mediano ni del gran empresariado (que son los colectivos a los que va a favorecer la derecha). El voto de estos conocidos va a ir directamente en contra de sus intereses económicos objetivos. Pero oye, cada uno es lo tonto que quiere. Si te sientes insultado, lo siento, no te insulto yo, lo haces tú con tu voto. Espero que me recuerdes cuando te despidan con 10 días por año o te anulen la validez del convenio colectivo (como intentó Rajoy). Tú estarás seguro de que has hecho lo correcto «para parar a los catalanes» o cualquier gilipollez del estilo. Que por cierto, ya hay que ser xenófobo de mierda para que te resulte más importante impedir el derecho político de otro pueblo que defender tus derechos laborales y sociales. Oh, lo siento, te he insultado otra vez. Ah no, que lo has hecho tú mismo.
Y si crees que las medidas de la derecha permitirán reducir el paro, lo siento, pero no solo estás equivocado sino que lo estás porque quieres. Te remito a las legislaturas de Rajoy, o a las reformas económicas implementadas en Chile en los 80. Sé que no vas a pensar en nada de esto ni a buscar información. Si a estas alturas sigues pensando que la derecha reduce el paro, es porque te importa más creer en algo falso que buscar que, efectivamente, lo es.
Déjame añadir que si vas a votar a Vox, un partido que se ha mostrado en contra de varios derechos humanos, no es que me parezcas ignorante, me pareces mala persona.
6. «Es que la izquierda no se ocupa de los problemas de los obreros, solo hablan de feminismo y de géneros». He escuchado esto por parte de gente de derechas y de izquierdas. Realmente, dice más de tu capacidad de concentración que de otra cosa: si de todo lo que hablan solo te quedas con el discurso sobre géneros y feminismo (que es muy necesario, y si a ti no te hace falta te felicito, estás mejor que muchos otros a quienes sí nos hace falta), quizá es que eso te molesta tanto que no eres capaz de oír las propuestas económicas, laborales y sociales (que son la parte abrumadoramente mayoritaria del discurso). Y eso tiene un nombre que no voy a decirte yo, ya lo sabes tú mismo.
7. Por último, compañeros, la política no es algo que se haga cada cuatro años. No basta con ir, echar tu voto, y olvidarte luego o limitarte a quejarte, porque eso sí que no sirve para nada. Las cosas no se cambian (solo) echando un papelito en una urna cada cuatro años. Las cosas se cambian en la calle. En las asociaciones, en los colectivos sociales, en los sindicatos, en las huelgas, en las manifestaciones. ¿A cuántos de ustedes voy a ver en la manifestación del miércoles por el Primero de Mayo? Ya os digo yo que voy todos los años: a muy poquitos. ¿Cuántos hicisteis la última huelga general?
Como me han dicho alguna vez, «qué pereza, ¿es que la política no puede hacerla otro?» No. La política la tenemos que hacer nosotros, y tenemos que hacerla cada día. Como ya dijo Joan Fuster,toda política que no hagamos nosotros, la harán contra nosotros. Si no te hace falta hacer política, eres un afortunado.
En fin, estas son mis posturas. No son inamovibles, no son dogmas, son lo que siento a día de hoy. Haced mañana lo que más os pida el cuerpo. Solo os pido que lo hagáis informados.
lunes, 3 de diciembre de 2018
La ultraderecha: ni son tres ni son idiotas
Después de las elecciones al Parlamento de Andalucía de ayer, hoy lo único de lo que se habla es de sus sorprendentes resultados: Andalucía hace «historia» por ser el primer parlamento donde consigue representación el partido fascista Vox.
Por supuesto, no podemos negar que es lamentable este hecho, incluso dentro de lo insatisfactoria que puede ser la democracia burguesa para la gente de nuestra clase. Pero las reacciones en muchos casos no han estado al nivel de lo que las circunstancias requieren.
Primeramente, no han faltado las reacciones aludiendo al nivel intelectual de los integrantes de Vox o de sus votantes. Bien, los integrantes del partido fascista Vox no son idiotas. Es muy peligroso pensar esto así que redundaré: no son ningunos imbéciles. Al contrario: es gente con unos intereses muy claros y que se ha organizado en un partido para llevarlos a cabo. Y no solo eso: ha convencido a 700.000 personas para que los vote. Pensar que la extrema derecha es imbécil por mantener postulados fascistas es una postura muy infantil, y sobre todo peligrosa, por cuanto subestima el daño que pueden hacer estas personas.
¿Y sus votantes? No, por supuesto que no. Las 700.000 personas que han obtenido el voto de la ultraderecha son muy diversas. Pero no, tampoco hay que caer en el infantilismo de pensar que son ignorantes o que no saben lo que han votado (o, al menos, no más que los votantes de otros partidos).
Dicho esto, las opiniones se dividen, fundamentalmente, entre las que culpan sobre todo a la izquierda y las que no la culpan tanto.
¿Quién ha votado a Vox? Está claro que el voto es transversal y no se puede decir que solo hayan cosechado votos de un tipo de votante determinado. Sin embargo, se comprueba que han obtenido mejores resultados en las demarcaciones de mayores rentas y de voto tradicionalmente derechista. ¿Ha habido obreros que han votado a Vox? Por supuesto, pero tenemos motivos para pensar que el grueso de sus votos provienen de burgueses o de trabajadores con una buena posición económica.
Los que más culpan a la izquierda no paran de repetir una consigna que se ha convertido casi en dogma. «Los obreros han abrazado a la extrema derecha porque la izquierda no habla de sus problemas». «La izquierda solo habla de luchas identitarias y ha olvidado los problemas de la clase obrera». «La izquierda se dedica al posmodernismo». Yo aquí solo veo dos opciones: ignorancia o mala fe. O las dos a la vez.
Ignorancia porque no es cierto que la izquierda no haya hablado de los problemas de la clase obrera. El discurso de la izquierda socialdemócrata (Adelante Andalucía) se ha centrado precisamente en empleo, vivienda, sanidad, educación, servicios públicos. Y porque, como hemos visto, tampoco está tan claro que la clase obrera haya abrazado a la extrema derecha.
Y mala fe porque se recurre a la falacia de la falsa dicotomía. Quien esgrime estas excusas da protagonismo a la lucha por los temas identitarios, a la que es cierto que se dedica la izquierda, como si esta invalidara o impidiera la lucha principal, la obrera. No, no es así. Pero parece que las luchas por la dignidad LGTB, la lucha feminista o el ecologismo escuecen en algunos sectores de la izquierda. Hay tiempo para todo y, si bien es cierto que la lucha obrera es la más importante de todas, también es cierto que ha ocupado el centro del discurso de la izquierda.
¿Es que la izquierda no se ha equivocado? ¿No podría hacerlo mejor? Pues a la vista de los resultados, está claro que sí. Y no hablo solo de la socialdemocracia, sino más aún del marxismo leninismo. La estrategia tomada hasta ahora no está funcionando.
Pero tenemos que saber las cartas con las que jugamos. Tenemos unos medios de comunicación que se han encargado de aupar a Vox y de ningunear a la izquierda. Recordemos que Vox disfrutaba cada día de minutos en las noticias aun careciendo de presencia parlamentaria y habiendo recibido menos votos que los animalistas en las anteriores elecciones; mientras tanto, las acciones de campaña de la izquierda socialdemócrata apenas han aparecido en los boletines. Este empujón mediático ha tenido mucha culpa en la aparición de la extrema derecha en el parlamento.
Y no solo ha ocurrido esto en los medios de comunicación tradicionales. En redes sociales el discurso de Vox ha calado más. También es cierto que su discurso es mucho más sencillo y apela al sentimiento más que a la racionalidad: centrar su campaña en la defensa de España frente a las amenazas internas (separatismos) y externas (inmigración) les ha servido para ganarse la confianza del sector más nacionalista de la clase obrera. Al discurso del odio y el miedo se le ha sumado la falta de escrúpulos: está claro que quien fomenta el racismo y la xenofobia no va a tener ningún problema en inventar sucesos y distribuirlos por redes (principalmente WhatsApp) para hacer que cale su mensaje, y así ha sido.
La izquierda va a tener que currárselo mucho si quiere que su discurso, basado en la clase y más complejo que el de la derecha, supere el poder de convicción del odio y el miedo. Pero es algo que tenemos que empezar a hacer ya, porque el fascismo ya ha despertado y va a por nosotros. Detrás de su banderita y de su discurso de «orden» no solo esconde el odio al inmigrante, sino también a las mujeres, a los homosexuales y a los rojos. Y no van a dudar en hacer lo posible para ponernos donde quieren que estemos. Los años 1930 ya nos lo dejaron claro.
domingo, 5 de marzo de 2017
La hegemonía y el impuesto de sucesiones
lunes, 6 de febrero de 2017
Huelgas y salarios en medios de comunicación
Seguridad Social (6,40%) = 1280 €
IRPF (Hacienda, alrededor del 14%) = 2800 €
Bruto mensual 20000 / 14 = 1429 €
Quitando IRPF/14 y SS/12 = 1122 €
Salario neto mensual = 1122 € (paga extra = 1229 €)
(Además, para escandalizar más a la audiencia, suelen mencionar los salarios de los trabajadores con más complementos, con más antigüedad, con pluses... aunque muchos cobren por debajo de las cifras que dan).
- Las duras consecuencias para los clientes / usuarios / consumidores, sobre todo si están tristes. Si pueden mostrar niños, mejor (como ya hicieron en la última huelga de controladores franceses). De este modo el espectador se siente identificado con las personas que “sufren” las consecuencias de la huelga.
- Las óptimas condiciones de trabajo de los trabajadores en huelga, que a diferencia de otros sectores u otras empresas, tienen un determinado salario bruto (como hemos visto), tienen X días de vacaciones o descanso, o ciertos beneficios sociales. Con esto, consiguen que el espectador los vea como unos vividores que tienen un trabajo muy bueno, para que así no se solidarice con ellos.
- La cantidad de bajas que ha habido en la empresa, a menudo sin desglosar los motivos, si son accidentes laborales o no… o simplemente jugando con la falta de criterio comparativo del espectador. Así hacen que el espectador piense que los trabajadores son unos vagos y que la empresa va mal porque éstos no son profesionales.
- Los salarios de los directivos. Eso no interesa que la gente lo sepa.
- Las condiciones de trabajo de los directivos. Para qué.
- Los beneficios que ha tenido o prevé tener la empresa.
- Los posibles errores en la gestión de la empresa.
- Las negativas de la directiva en las negociaciones con los trabajadores.
- El hecho de que el trabajador no cobra su salario los días que hace huelga.
martes, 29 de noviembre de 2016
Elecciones: la dictatorial Cuba y la democrática España
domingo, 30 de octubre de 2016
La izquierda no es cuestión de carnés
Y no es por gusto, ni por capricho, sino porque estas tres medidas perjudican a la clase trabajadora de una manera clara y objetiva. Y son solo tres ejemplos.