Últimamente veo mucha gente poniendo el grito en el cielo porque los acusan de traidores a la clase trabajadora. Se trata de gente que milita en un partido que cree socialista; gente que incluso se considera socialista, pero que no tiene el menor reparo en tildar de radical, peligrosa y populista cualquier idea, iniciativa o política que intente cambiar el estado actual de las cosas para aliviar la opresión de la clase trabajadora y perjudicar a la burguesía.
Ni merece la pena que mencione el estado de alienación en el que vive esta gente, que en su mayoría pertenece a la clase trabajadora pero ha asumido el marco ideológico burgués de una manera tan efectiva que desconfía de todo aquello que lo ponga en duda.
La cuestión es que estas personas militan en un partido (o simpatizan con él) que abusa del discurso de defensa del trabajador. Pero no, amigas y amigos, ser defensor de la clase obrera no es un título honorífico. Lo que venimos en llamar ser de izquierda no es un título para toda la vida, no es un carné que te dan y conservas hasta el fin de tus días. Ese es un gran engaño de la política partidista. Por mucho que hayas defendido en otro momento políticas que favorecen a la clase obrera, si hoy apoyas a quienes la perjudican, no eres de izquierda. Da igual en qué partido militaras en otros tiempos o a quién pagues la cuota ahora —si pagas alguna—.
Si apoyas que todo el mundo pague los mismos impuestos, no eres de izquierda. (Si apoyas que no se paguen impuestos, tampoco lo eres).
Si apoyas que pagar la deuda pública es más importante que ofrecer servicios públicos de calidad, no eres de izquierda.
Si apoyas a quien recorta el Estado del bienestar, no eres de izquierda.
Y no es por gusto, ni por capricho, sino porque estas tres medidas perjudican a la clase trabajadora de una manera clara y objetiva. Y son solo tres ejemplos.
Y no es por gusto, ni por capricho, sino porque estas tres medidas perjudican a la clase trabajadora de una manera clara y objetiva. Y son solo tres ejemplos.
Ya otro día, si queréis, hablamos de cómo los partidos social-liberales europeos han secuestrado y tergiversado el significado de socialdemocracia.
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