(Nota: después de terminar el texto me he dado cuenta de que parece que soy de Podemos. No soy afiliado ni simpatizante de Podemos, hay muchas cosas de ellos que no me terminan de convencer (como la torpeza en su política territorial), pero confieso que los voté ayer. Dudaba entre ellos e IU, pensaba que eran las dos únicas opciones aceptables desde mi punto de vista ideológico, y al final decidí darle la oportunidad al círculo morado.) Casi todos mis conocidos más cercanos, amigos y familia se iban ayer a dormir con una profunda decepción por los resultados de las elecciones andaluzas. En resumen, el partido que lleva más de treinta años gobernando la comunidad autónoma mantenía su número de escaños, después de varios escándalos de corrupción y una legislatura más bien sobresaltada.
Del mismo modo, la propia Susana Díaz anoche proclamaba a los cuatro vientos su victoria y el respaldo masivo de los andaluces a su candidatura, porque además era la primera vez que los andaluces la podían votar y el 35% de los votantes lo hicieron. Recordemos que cuando llegó a la Presidencia fue por designación directa.
Mentiría si dijera que no me decepcioné ayer. Desde luego, los 47 escaños del PSOE me sabían a demasiado, mientras que los 15 de Podemos y los 5 de IU me parecían muy pocos. Vale, estaba claro que el electorado castigaría a IU por el pacto de gobierno con el PSOE, pero... ¿sólo cinco? ¿Y con Podemos qué pasa?
Hemos sido víctimas de la coyuntura mediática y política. Nos parece que Podemos está de moda, pensábamos que era el partido que iba a arrasar y llevárselo todo de calle. Sale en la televisión, sobre todo en la Sexta; se habla de él en Twitter y Facebook. Precisamente en las redes sociales es donde el PSOE y el PP son dos partidos más, que no destacan por ser especialmente desenvueltos.
Pero la realidad andaluza es otra. Hay grandes masas de gente que ve la tele, sí, pero apenas ve la Sexta. De hecho apenas se interesan por ningún programa de televisión donde se hable de política (los programas televisivos de política además tienen una calidad bastante baja, con grandes sesgos y ataques interesados a partidos, pero ese es otro tema). Grandes masas de gente que no entra en Internet y que, si lo hacen, no lo hacen para informarse en redes sociales, porque ya obtienen su información por otros medios. En esos medios la preponderancia del PSOE y del PP es casi absoluta.
Ya en las elecciones europeas, en las que estuve de apoderado, me sorprendí de que hubiera interventores, presidentes y vocales de mesa que no conocieran a Podemos. Por entonces ya llevaban meses en la palestra televisiva e internáutica, y yo tenía la impresión de que Pablo Iglesias, Errejón y Monedero eran bastante conocidos. Pero cada voto que salía para Podemos era un gesto de extrañeza en la cara de estas personas.
Obviamente la situación actual no es la misma que en mayo del año pasado, pero no podemos pretender que ahora Podemos se coma el mundo. Ha obtenido 15 diputados y ha sido la tercera fuerza política en un parlamento más repartido que nunca.
Por otro lado, hay que tener en cuenta la situación de la que veníamos. Las elecciones de 2012 fueron muy difíciles para el PSOE, recibieron muchos votos de castigo, el escándalo de los ERE estaba mucho más fresco que ahora y Griñán no es el santo de la devoción de mucha gente; muy trabajador, pero muy poco carismático. En 2015 el PSOE ha conseguido movilizar a muchos votantes que en 2012 se habían quedado en casa. Y no olvidemos que Susana Díaz es una oradora espectacular. A la gente se la lleva de calle, y ha conseguido dar imagen de ser «algo nuevo» después de los
dinosaurios Griñán y Chaves; el PSOE lo ha cambiado todo para que nada cambie. Si a esto le sumamos que los casos de corrupción andaluces ya son tema diario en las noticias, su impacto es mucho menor del que era.
Andalucía es una sociedad muy conservadora. No tanto en el sentido social, en el que pienso que es una sociedad bastante abierta y liberal, pero sí en el sentido político. Mucha gente (sobre todo de más de 50 años) no piensa en otros términos que no sean PSOE y PP (bueno, y los comunistas, que siempre han estado ahí pero nunca han sido vistos como voto útil). Es muy probable que nunca dejen de pensar en esos términos. Dada la composición social de Andalucía, también es lógico que entre estos dos el PSOE tenga mucho mayor predicamento que el PP. Si a esto le sumamos que en treinta años ha habido tiempo para tejer ciertas redes clientelares, el resultado estaba cantado.
Tenemos que tener en cuenta, del mismo modo, que Podemos carece de estructura local en gran parte de las ciudades medias y pueblos de Andalucía. Hasta ahora se ha comportado como un fenómeno urbano. En las grandes ciudades han recibido muchos votos, en algunas han superado al PSOE-A, y en casos como el de Cádiz capital han sido el partido más votado. Pero si comprobamos los datos de muchos pueblos de Andalucía, Podemos
ni está ni se lo espera. Su extensión por las zonas rurales va a ser lenta y a estas alturas aún no se ha dado. Susana Díaz lo sabía perfectamente cuando adelantó las elecciones.
Por eso nos queda PSOE para rato, pero el cambio se está dando. Lentamente, porque Andalucía avanza lentamente, pero se está dando. La movilización extraordinaria que ha tenido el PSOE en estas elecciones solo le ha permitido obtener los mismos escaños que en las pasadas elecciones, pero no más, y su porcentaje de votos ha bajado en tres puntos. Nos han vendido como gran victoria lo que hace tres, seis, nueve años habría sido un resultado muy mediocre. Nos habíamos creído que el PSOE iba a ser el PASOK griego, que iba a dejar de ser la fuerza más votada. Y si bien pienso que ha comenzado su cuesta abajo, también creo que esta cuesta va a ser larga y poco empinada. Pero ya ha comenzado, la cantidad de militantes y simpatizantes del PSOE que se han pasado a Podemos no es nada despreciable, y esa gente es difícil que vuelva al PSOE.
En resumen, prefiero ver los resultados de ayer desde este punto de vista positivo. Las cosas han empezado a moverse. Ahora está en las manos de todos conseguir que no se paren. Y por eso no nos podemos desanimar, y Podemos no puede venirse abajo. Tiene que seguir en la calle, dándose a conocer y enseñando a la gente que el cambio en Andalucía es necesario.
PD: Quiero dedicar un párrafo a Izquierda Unida, coalición a la que le tengo cariño. De hecho me ha encantado Elena Cortés como consejera de Fomento y Vivienda y me apena que se le haya acabado el mandato. Pero, aunque solo sean cinco parlamentarios, IU sigue viva. Cuando empezaron el pacto de gobierno sabían que corrían este riesgo. Tomaron esta decisión y podía haberles salido peor. Ánimo y a seguir en la lucha.